miércoles, 27 de mayo de 2009

Puta suerte

El  maestro Miyagui podrá decirle a Danielsan que el destino no está escrito y que cada uno forja el suyo, pero que la suerte existe para algunas personas y se le escapa a otras, eso no se puede negar. Mi post de hoy no pretende más que reflexionar acerca de ese curioso tema que es el azar, que según define Wikipedia, es una cualidad presente en diversos fenómenos que se caracterizan por no mostrar una causa, orden o finalidad aparente.

Sin embargo, para mí lo fortuito es mucho más que eso. Es llamar para quejarte con alguna empresa de telefonía celular y escuchar la maquinita con cincuenta opciones que ninguna se ajusta a tu necesidad, marcar para la operadora, y que te tengan con la musiquita en espera por trigésimo quinta vez, hecho ante el cual cortás ya harta; y que venga tu compañera de trabajo y con su dedo mágico digite el número y sea atendida personalmente al primer intento.  

Es el recuerdo de tu época de estudiante, el final de economía para el que te habías quemado las pestañas y estudiaste casi todo excepto el último subtema que no lo leíste porque caíste rendida del sueño, y justo ése es el tema que te tomaron y obvio que te bocharon; mientras que al vago del curso que el día anterior sólo leyó el primer tema de la cuarta bolilla “justo” le toca, aprueba, y encima te lo cuenta. 

Lo fortuito si apenas te rozó, siempre te dejó con las ganas. Nunca sacaste algo en un sorteo. 

Pensaste, erróneamente -aunque quizá no tanto-, que ésta no iba a ser la excepción y compraste el número al que apostás siempre y siempre te defrauda. Sí, el día de tu cumpleaños. Comienza el sorteo. ¡Sorpresa, sale tu número! Pero claro, te toca el primer premio que se reparte, pero no es el 0 Km, es un par de botas de lluvia, el premio gordo lo dejaban para el final. 

Y así, algunos pocos resultan elegidos, y el resto de los mortales tenemos que presenciar su increíble y permanente “casualidad”. Quizás estemos pagando culpas de vidas pasadas, porque sino ya no queda consuelo de porqué nunca le toca a uno. Siempre con estampas, pirámides, cintas rojas, verdes, multicolores y nada, lo fortuito no es algo que nos acompañe. Como esa única vez, que saliste a las tres de la tarde del gimnasio, y parecías que venías de un combate en Irak, te tenías que tomar otro colectivo distinto al usual por única vez, y te cruzás al amor de toda tu vida, radiante en traje, que te saluda, educado y caballeroso como es él y vos que te querés matar.

La fortuna, para vos, es esa cualidad ausente en todos los fenómenos que te incluyen. Te volcaste a la Kabalá, consultaste al tarot, las runas, a todos los gurúes del esoterismo pero ninguno fue capaz de cambiar tu karma. Por supuesto, que encima cuando estabas saliendo del consultorio de “Ingrid la futuróloga” tu suerte te acompañaba. Te topás con tu ex escoltado por una pseudomodelito, que justo pasaban por la cuadra; él observa de dónde salís, y confirma lo loca que estás y lo bien que hizo en dejarte.   

Pero ya soy grande, y como decía Miyagui tengo que construir mi propio destino, eso sí, a la puta suerte que ni se le ocurra aparecer después de tanto tiempo porque no respondo de mí.

1 comentario:

María Laura dijo...

Muy bueno, solo que yo no buscaría nunca el significado de azar en Wikipedia.