jueves, 15 de enero de 2009

Los colores del verano


Llegó el verano  y así como Gente, Caras, Paparazzi, publican en sus tapas los escándalos, los romances, las ondas de las playas, en una columna digna de competencia quiero destacar el no menos trascendente tema de los colores del verano. 

En primer lugar quiero destacar el color regente, por apodarlo de algún modo, que domina la gama cromática y que en esta temporada 2009 es el naranja. No es muy difícil identificarlo porque lo ves hasta en la sopa. El color regente es como el tema del verano, pero en lugar de escucharlo en todos lados, lo ves en todos lados:  las chicas van de pies a cabeza vestidas de ese color, uniformadas (salvo alguna original que enloqueció con un rojo o un salmón); es también el color que tiene las lonas de las carpas del balneario top; lo lucen también los parasoles de cartón para el auto que te regalan en la playa  (este año podría ser el producto de promoción de empresas como Banco Galicia o Tarjeta Naranja); la malla del bañero y hasta la bandera que indica cuán peligroso está el mar. 

En lo que considero los colores del verano entran también aquellos que resultan del bronceado de la piel y sus derivados.  Tenés el infaltable negro catinga, que ya de tan negro parece azulado y que suelen lucir las fanáticas playeras de bikinis diminutas con cavado ochentoso, estilo Mónica Gonzaga en Los Bañeros; el fuxia o el rojo furioso de la típica o típico blanca teta que se olvidó de ponerse protector y quedó como un camarón, y el blanco radiante de aquellos que huyen al sol, onda Andrea del Boca, o del que se quedó trabajando en Buenos Aires y que adquirió un tono entre blanco y verdoso  de tanto cansancio y ojeras. 

No podemos olvidar el naranja zanahoria del autobronceante que encima está mal distribuido y le deja a muchos unas manchas sospechosas que delatan su estadía entre cuatro paredes.

El blanco es el infaltable y clásico del verano, color que se revela contra el regente y siempre se las ingenia para estar presente. Generalmente, el blanco tiene sus permitidos en fiestas Top organizadas por Pancho Dotto en su chacra de Punta o por una pasada enloquecida en el desfile de Roberto Giordano, sin olvidar que tiene como exponente estoico al archiempresario y vaquero, Alan Faena.

También, en contra del color regente, están los revolucionarios que volvieron de vacacionar en alguna playa del Caribe o de Brasil y se vienen con los amarillos, los verdes o los colores fluorecentes que pasean con orgullo en los toallones con motivos como la Bandera del país visitado y otras que llevan leyendas como Yo Amo Punta Cana, o Río de Janeiro 2009.

La cromotomancia, la adivinación del estado de ánimo de una persona de acuerdo al color que está usando, es un hecho conocido por todos. Ya antes, en el antiguo Egipto los escribas no elegían sus colores al azar para pintar, dibujar y escribir los jeroglíficos, sino en función de unas reglas y unos criterios religiosos muy estrictos, que se basaban, evidentemente, en la simbología de lo que narraban o representaban.

Es que los colores tienen un significado, y aún más en el verano, un tiempo en que la gente se libera y saca a relucir sus pasiones, sus miedos, su carácter rebelde y contestario - en caso de que no vaya con el color regente y sus gamas cromáticas- o su espíritu sumiso y obsecuente. El verano se presta a los colores, y en todo caso, esta no pretendía ser más que una breve reflexión sobre otro de los tantos temas ligeros, de verano. 

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