martes, 16 de diciembre de 2008

¿Es peor que te deje por otra o por otro?


Abrazada a un kilo de helado, en joggineta y mirando la típica comedia romántica yanki, cual Briget Jones, lloraba mi abrupta soltería no elegida cuando  mis amigas vinieron a mi rescate apenas se enteraron de la noticia. Sí, fui dejada. Después de una larga charla, una picada y algunos vinos, me convencieron para que abandonara ese estado larvario. Me aleccionaron sobre mi valor como mujer, que tenía que cagarme en todos los hombres y sobre todo en él, que no podía dejarme caer y que lo mejor era salir, divertirnos y hacer noche de chicas. Tenía que hacerlo por mi honor.

Al principio me hice rogar un poco, pero ya después de un grado etílico importante acepté mi destino, me vestí con lo mejor y más original de mi placard y partimos.

La venía llevando bastante bien hasta que me encontré con algunos de sus conocidos. Como era de esperar me preguntaron por su paradero y les tuve que contar que acabábamos de pelearnos mientras sus caras se iban transformando por haber metido la pata. A pesar del incómodo momento, aún me mantenía en pie, piloteándola. Nos tomamos unas cuantas copas más con las chicas, bailamos, charlamos, entonamos (porque estábamos en un cantobar), y justo cuando estaba por cerrar la noche que había remontado mi ánimo y me iba del lugar me cruzo con él.

Tengo la puta mala suerte de cruzármelo a él, que ni a una semana de habernos separado, ya está con otra. Lo peor de todo es que la conocés, es la gatita que tenías atragantada, y encima no tiene gracia. Es más fea que Betty, la de la novela. La bronca te invade, la visión te ciega y de la bronca te vas disparada a tu casa. Las chicas no te quieren dejar sola, tienen miedo de lo que puedas hacer. Se quedan con vos para hacerte el aguante.

El muy hijo de puta te dejó por otra. No podía esperar, se ve que la tenía fichada de antes. “Es un grasa, hubiera esperado un tiempo, es una falta de respeto”, pensás. El grado alcohólico hace que aún te pongas más depre que antes de salir. Tus amigas te consuelan y en medio de la charla surge el tema: ¿qué es peor que te deje por otra o por otro?

Bueno, de antemano sabemos todos que el hecho de que te dejen ya es un garrón. Es mejor dejar, o adelantarse a lo que ya se ve venir y dejarlo antes que él por más que no era tu intención, que ser dejado. En tal caso, con mis amigas todas coincidimos en que es preferible que te deje por ella que por él. Cuando termina para estar con otro te atormentás con preguntas existenciales como: ¿se volvió gay por causa mía?, ¿lo convertí?, ¿en qué pensaba que no me di cuenta? ¿qué tengo que lo hice cambiarse de bando?; a la vez que te cierra, recién ahora, porqué más de una vez lo pescaste in fraganti, queriéndose probar unos tacos o una pollera que dijo lo hacía para divertirse.

Antes que te hagan dudar de tus capacidades como mujer, preferimos que nos deje por otra. El problema es que si nos deja por una diosa, nos vemos como la chica menos agraciada del planeta, pero en seguida nos autoconsolamos con el prejuicio de “será una diosa pero tiene el cerebro de un mosquito y menos onda que pelo lacio”. Bochornoso, en cambio, es cuando, como en mi caso, tiene el tupé de dejarte por una que no es linda y mucho menos tiene gracia. “Si por lo menos se hubiera elegido un minón, bueno hasta lo vería más razonable… ¡¿ pero ponerse a salir con ese adefesio? ¿Y comprometerse?!”, repetís indignada.

Otro tema es cuando lo ves a la semana siguiente saliendo, un viernes con una rubia, y después te enterás por una amiga que el sábado salió con un morocho, y estuvo en ambos casos, a los besos estilo boa constrictora. Entonces la peor conclusión: sos un disparador de posibilidades. 

Finalmente, lo cierto es que si te deja para ponerse a salir con otro, con otra, o incluso con cualquiera de las dos opciones indistintamente, lo vas a querer matar igual. A nadie le gusta que lo dejen, sin embargo vos ¿qué preferirías?  

No hay comentarios: