jueves, 31 de diciembre de 2009

Ambigüedad de Fin de Año

El fin de año es una época un tanto ambigua. Una está contenta porque se acercan las deseadas y merecidas vacaciones aunque quizá ese optimismo inicial cambia al poco rato. Muchas veces parece que se acercan en cámara lenta, porque una ya no puede más y todo te lleva el doble de esfuerzo. Cualquier tarea que salga de tu rutina habitual te rompe las … el esquema, y el justificativo generalizado para tu cara de póker y el modo desganado de trabajar es el clásico “lo que daría por estar tirada en una playa”. Ese pensamiento unívoco lleva a que las vacaciones se vuelvan un espejismo y tu trabajo cada día más interminable. Por supuesto que otras veces, inmersa en la vorágine del fin de año, sentís que el día no tiene suficientes horas para hacer todas esas cosas que planeaste. No entendés cómo se te pasó el tiempo y sin notarlo salís el 23 de noviembre de trabajar, y te diste cuenta, gracias a la pomposa decoración de los negocios, que falta un día para navidad y vos no compraste ni un par de medias para colgar en la chimenea. Ni hablar del arbolito de navidad que jamás armaste.

Y con el fin de año vienen los balances, los pedidos de informes, las presentaciones en PPT con lo logrado y los objetivos para el próximo año. Y a vos, que no ves la hora de que se termine este y aunque sea te dejen descansar unos días, ya se te quema la cabeza de pensar en las metas para el 2010. Pero el resumen laboral no es el único. Viene junto al resumen amoroso, económico, profesional, familiar, deportivo, amiguero, corpóreo, etc. Por momentos, sentís que esta especie de síntesis te agobia o porque no cumpliste con todo lo propuesto, si bien seguramente hiciste otras cosas diferentes, o porque superaste tus expectativas y no podés imaginar qué otros desafíos o novedades pueda reservarte el año entrante.

Después de tanto análisis, tu agotamiento empeora con la demanda de tu presencia en cualquier evento social. Todos quieren juntarse antes de fin de año, como si viniese el fin del mundo; mientras vos pensás que el único apocalipsis que se aproxima es el de tu persona, que ya no puede más entre reunión con el grupo de la facultad, de tus amigas del barrio, las chicas de flamenco, el grupo de inglés, las del taller de macramé, y ya perdiste la cuenta.

Este fenómeno del cansancio masivo se traduce también a la programación a la cual te dispusiste a ver como para distraerte, y en realidad te terminó poniendo de los pelos. Concluís que a esta altura, los autores y productores ya no saben cómo estirar la novela unos días más para que llegue a fin de diciembre. Enloquecieron a la antagonista, la volvieron linyera, rica nuevamente, perdió la memoria y la recuperó, tuvo al menos 10 intentos fallidos de acabar por siempre con la angelical protagonista que le robó el novio. Ya le inventaron una hermana gemela, la mataron, la resucitaron, la secuestraron y vuelven a reincidir en varios de estos episodios para poder terminar “la novela del año”. Los programas de chismes ya no saben a cuáles famosos hacer pelear porque ya se agarraron todos contra todos, y sólo esperan la temporada de verano para repuntar el raiting con algún escándalo playero. Por supuesto que la oferta televisiva se reduce, y tanto los canales de aire como de cable, sacan a relucir lo mejor del año, lo más gracioso, las peor vestidas, las mejor, los romances. Todo es un resumen, una excusa para no crear productos nuevos. Obviamente, para llenar los baches de programación pasan super estrenos como “Loco por Mary”, “El chacal”, “El coleccionista de huesos” y “Luna de Avellaneda”.

El humor social está un tanto rebalsado. La gente en la calle o sigue enchufada a 620 y ni cayó que se acercan las fiestas y pretenden hacer los 20 trámites a fin de año, justo cuando todos los empleados públicos están más relajados que de costumbre; o está irritable del stress de todo un año encima.

Así es, y una que se encuentra en alguno de estos extremos, en el medio, o algunos días cansada y otros eufórica, se libera al saber que esta etapa ambigua, pasará, como sucede todos los años.

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