martes, 24 de febrero de 2009

Famosos de cabotaje


Cual reflejo de la crisis económica mundial que atraviesa nuestro país y el mundo entero - y que promete un 2009 al menos complicado-  la industria del cholulaje también atraviesa una importante recesión, por plantearlo de algún modo. Las revistas del corazón ya no publican en sus tapas a importantes figuras del espectáculo con noticias jugosas sino que ahora están invadidas por los que llamo famosos de cabotaje. ¿Quién conoce a Flopy Tesouro? (una ex GH que declaró “un jeque árabe me invitó a Egipto porque quería conocer mi cola” – Paparazzi, Enero 2009, Nº 374- gran declaración-). Flopy: con todo respeto, a nadie le interesan los alcances internacionales de tu cola. ¿Acaso alguien escuchó hablar de “Bam Bam”? ¿Bam Bam?  Sí, no es un percusionista o baterista célebre, es el ex GH Esteban “Bam Bam” Morais devenido en modelo que poluló en todo tipo de programa chimentero y revista cholula tratando de desmentir los engaños amorosos a los que sometió a una lista considerable de pseudofamosas como él. Francamente Bam Bam sos un picapiedras.

Y así, hay mil casos. El problema encima se agrava por el aire de divismo que tienen los famosos de cabotaje. Hoy todas quieren emular a las grandes divas: se compran esos pichichos feos e histéricos, los cargan con ellas a todos lados y se creen grandes personalidades porque quién sabe por qué razón alguien les dio micrófono y pantalla.

Si bien son todas iguales se dividen en dos bandos: la rubia atorranta que se quiere hacer la angelical, y la morocha infartante. Pero al fin y al cabo son todas clones: tuneadas a más no poder, gomas, cola, boca, pómulos; se empelotan para salir en tapas de revistas, pero lo cierto es que no las conoce nadie y lo único que la gente reconoce es una parte de su cuerpo que dependiendo de cómo posaron para la foto varía entre el atrás y el adelante.

Lo que sucede es que hay una extinción de grandes divas, esas mujeres con personalidad arrolladora, que cultivaron un estilo propio y que en cierto sentido fusionan: azar, misterio y éxito planificado. Divas como Susana, Mirtha o Moria rompieron fronteras, trascendieron la barrera del tiempo, se reinventaron y se volvieron referentes ineludibles del mundo del espectáculo. Sus nombres son sinónimo de glamour.

Quizá lo que las diferencie fue que supieron ganarse la admiración del público por combinar sensualidad, una “moderada” cuota de transgresión y escándalo, elegancia y viajes con la conducción, la actuación y un interés por estar constantemente informadas. Entonces la pregunta reincide ¿por qué las tapas de revista están llenas de desconocidas de la farándula que pretenden ser famosas? Una respuesta puede estar dada porque las divas ya no tienen miedo de mostrarse reales; quizá antes se ocultaban pero ahora se muestran tal cual, factor que las acercó más a la gente que una revista, y al perder lo secreto ya no generan escándalo. Así el panorama, aparecieron personajes ilustres en tapas de revistas por sus sorprendentes logros como Wanda y su virginidad, Nazarena y sus numerosos escándalos amorosos y laborales, Silvia y sus peleas fraternales con Guido Suller, etc. 

También, por lo que observé últimamente, muchas integrantes de la pseudofarándula se han subido a la ola de embarazos para salir en las revistas del verano y no quedarse afuera: algunas se lo tomaron a pecho, y otras un poco más audaces, lanzan el rumor y luego lo desmienten ganando una doble cobertura y un mayor impacto al aparecer como víctimas de los medios, que malintencionados, le inventaron un bombo. Otras hambrientas de escándalo, como no pudieron adosarle hijos a ninguno, entablan las típicas contiendas del verano: peleas en camarines, robos de conchero, envidia de plumas y marquesina, sabotajes y acomodos en los estrellas de mar.

Lo más preocupante resulta cuando los intentos de famosos quieren trascender más allá de lo estrictamente farandulero para impartir su sabiduría y conquistar la industria editorial con libros como “Pequeña Belén no ilustrada”, una obra de alto contenido poético, o “Iliana te la canta” un libro en el que Iliana Calabró te cuenta “todo lo que hay que saber para ser buena esposa, amiga, madre y amante” -según su prólogo-. 

Esto es apenas un atisbo de la realidad en que se encuentra la industria nacional del cholulaje pero lo peor es que parece seguir un camino en picada. No es que constituya un tema trascendental para la cultura del país, pero reconozcamos que todos en algún momento, aunque sea en la sala de espera de algún consultorio, en un tiempo de óseo en la playa, en la peluquería o mientras esperamos en la parada del colectivo, ojeamos la tapa de una revista amarillista y nos confesamos ¿quién te conoce?

Una cosa es actualizarse de las novedades cholulas y otra bien distinta es encima actualizarse de quién es, quién la conoce a esa rubia clonada que está en la tapa y a los dos segundos indignarse porque no hizo absolutamente nada destacable para estar allí, ni siquiera un escándalo como la gente.

Propongo un boicot a los famosos de cabotaje, que hagamos una cruzada para que no acaparen más páginas de revistas, ni segundos de televisión, ni un bit de Internet, porque marcan la decadencia del cholulaje. No han hecho nada grandioso. Si los periodistas no tienen más material es porque no investigan como deben, porque aún tratándose de revistas de divertimento o entretenimiento el público merece más calidad. Basta de famosos de cabotaje. 

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