lunes, 13 de octubre de 2008

Dark side


Mientras en la radio Ricky Maravilla se pregunta qué tendrá el petiso que a las mujeres las vuelve locas, sentada en mi escritorio, medito sobre qué tendrá el dark side que nos atonta… 

¿Por qué nos atrae el lado oscuro? Ni la princesa Leia pudo evitar que Anakin Skywalker se convirtiera en Darth Vader. En este contexto ¿qué chances tiene una chica cuasinormal, trabajadora, sencilla y soñadora, de transformar con su amor a un joven zorro?

En tales profundidades de pensamiento me encontré cuando me propuse escribir sobre el magnetismo del lado oscuro. Sin tener una noción exacta de qué artimaña acciona tan fatalmente ese impulso de explorar lo sombrío, nos invade el deseo de poseer aquello que no está en oferta y que tiene el no como único principio regente. 

Ocurre que el dark side no es un fenómeno exclusivo del universo masculino; basta con recordar cómo Gatúbela o Hiedra venenosa, entre muchas otras quizá no tan famosas, hicieron suspirar y expirar a muchos hombres. 

Dejando de lado la cuestión del género, este mal que acarrea a tantas personas se ha popularizado, y en la jerga común y corriente se conoce como “histeria”, “suicidio emocional” o “dejarse endulzar el oído”. Quien lo sufre no puede dejar de pensar (ya sea en estado de vigilia o en sueños) en otra cosa que no sea conquistar al ejemplar del dark side que no guarda el mismo interés.

El afán por descubrir el halo de misterio que envuelve a esa persona que nos quita el sueño, en el mejor de los casos, y en el peor, unos pesos, una casa (y el listado puede ser infinito), lleva a un comportamiento errático: insistir ante la negativa. Como cuando éramos niños guiados por una inconformidad permanente, entramos en un círculo caprichoso de querer lo que no podemos tener.

Llegado a  este punto, son muchas las formas que pueden adquirir los seguidores del dark side, y sólo enumeraré algunas como manual de ayuda para su rápido reconocimiento: el clásico chico malo, la inescrupulosa femme fatal, el aún  peor piel de cordero con alma de zorro, la despiadada chica popular, y sus derivados.

Los practicantes del lado oscuro de la fuerza no tiemblan a la hora de utilizar trilladas frases tales como: te quiero como amigo/a, no sos vos soy yo (que hasta ha derivado en un éxito de taquilla), necesito pensar, deberíamos tomarnos un tiempo; porque saben de antemano que su atracción puede más y nuestro inevitable destino es reincidir.

Las víctimas, obstinadas como suelen ser, insisten en ir más allá de lo dado para descubrir el misterio, ese misterio que encierra al lado oscuro y no se dan cuenta que  jamás les será develado.

La experiencia, sabia consejera, me demostró que un mentor del dark side nunca se convertirá en un caballero salvador, la metamorfosis tiene un único autor. 

Así que ya basta de espera. No hay más que aguardar. Solamente liberarse, aprender a elegir y comprobar que con el tiempo, seguramente la víctima se convertirá en victimario y viceversa.

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